Opinión

Hoy escribo a los padres/Por: Gaby Soto

Hoy quiero escribir para los padres de familia, que al igual que yo no recibieron un manual para educar a sus hijos. Haciendo un comparativo de la vida que nos ofrecieron nuestros padres y la que nosotros ofrecemos a nuestros hijos hay abismos de diferencia. Me refiero a las cosas materiales, les hemos ahorrado esfuerzo a nuestros niños y jóvenes.  Ellos no han llegado a desear algo, a trabajar por ello, con esfuerzo durante meses para poder adquirir una ropa, un juguete, una bicicleta, moto o hasta un carro.

Ahora los jóvenes se han vuelto demandantes, creen tener el derecho a todo, sin el menor esfuerzo. Qué triste es verlos perderse en las drogas porque sus mundos carecen de emociones y se aburren jugando atrás de un monitor, computadora o mundos irreales. Recuerdo con nitidez como crecimos nosotros, tal vez fue muy bueno ver las carencias y la tristeza en nuestros padres por no poder proveernos de lo indispensable para estudiar. Por ello para nosotros fue un gran logro destacar en las clases, con el estómago vacío y sin un peso en la bolsa.

Tal vez la razón de convertirnos en unos hombres y mujeres aguerridos está en el fuerte carácter de nuestros padres, en el  caso mío, en las simples palabras de mi madre al explicarme que no podría mandarme a la escuela por no contar con dinero para los pasajes. Tampoco estoy de acuerdo con esas madres asustadas del mundo que se quedan al lado de un irresponsable compañero de vida que apenas les da para comer, o que viven la vida alcoholizados. Hay modelos de familia caducos, sobretodo en los pueblos pequeños, donde hay mentes estrechas.

En ocasiones cuanto comparto vivencias con mis hijas y escucho sus preocupaciones y no encajar en mundos mediocres, me alegro, pude crear unas guerreras, dos mujeres grandiosas, que saben trabajar y luchar por lo que quieren. He tratado con mis escritos de ayudar a otros, de que se asomen un poco a lo que es mi mundo, a los miedos que enfrenté. Porque todos hemos tenido miedo, pero la cuestión es no paralizarse, es vencer nuestros propios miedos y avanzar. Hay muchas cosas adversas, hay prejuicios sociales, hay estigmas, hay mentes pequeñas que acuden a diario a la iglesia, que confunden las cosas.

Hay que ser un buen cristiano aunque no vayamos a misa, hay que crear un mundo armonizado, hay que hacer y dejar mejores seres humanos. Hay que enseñar con el ejemplo, hay que tener compasión del vulnerable es ahí donde se demuestra lo buen cristiano. En este mundo de confusiones quiero decirles que las cosas no son ni han sido fáciles. Se dice que todo tiene remedio menos la muerte, pero hay seres humanos que van por la vida más muertos que vivos y así de nada sirve. Para que queremos seres que no tienen voluntad propia, que les es imposible desengancharse de las drogas.

Las únicas dos salidas que tienen las drogas es la cárcel y la muerte y cualquiera de las dos hace sufrir a sus seres cercanos. De nada sirve el éxito financiero, los logros materiales, el ser un empresario o político, o profesionista, sí estamos dejando una estela de dolor y muerte en las personas más cercanas a nosotros. Sin duda hablar de estos temas es difícil, yo los he visto de cerca en mi labor en las cárceles de mi bello Estado Michoacán. Escuchar historias escalofriantes que nuestra imaginación no alcanza a pensar. Ver la transformación del ser humano parte de un grupo social, hasta perderse.

No quiero pensar que pasaría sí me tocará vivirlo de cerca, porque tal vez no sabría qué hacer.  Admiro a esos padres que con valor quieren hacer algo por sus hijos, hombres adultos que parecen niños, sin voluntad. Las causas son multifactoriales, pero creo que la principal es la falta de comunicación con nuestros hijos, el círculo cercano de amigos, el buscarles una ocupación, porque la madre de todos los males es el ocio. Plantearse metas y objetivos a corto, mediano y largo plazo. Construir con nuestros hijos un proyecto de vida. Desde la edad temprana, cuando aún tenemos influencia en ellos.

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