Por :Gaby soto
La vida es caminar y aprender, cada tropiezo nos deja un cumulo de experiencias, cada acierto nos llena de gloria. Pero sin duda de lo que más aprendemos es de los errores, todo lo que un día es dolor pasará no sin dejarnos una enseñanza. Por ello es aconsejable llevar nuestro libro de inventario registrado. Cada perdida genera más de una ganancia. Por difícil que nos sea reconocer, cada pérdida experimentada a lo largo de nuestra vida nos ha dejado algo más grande que muchas veces sumidos en el dolor no somos capaces de ver.
Por ello considero que la mejor maestra nuestra, es la vida. ¿Qué sería de nosotros como humanos? Sí nuestra vida estuviera completa, con todo lo que deseamos; si nuestras necesidades básicas siempre están provistas. Tal vez seriamos como ese caballero del que habla un libro “El caballero de la armadura oxidada” insensibles, incapaces de darnos cuenta de los problemas de los demás, ignorando que muchas veces nuestras acciones hacen daño a quienes nos rodean. Seriamos seres llenos de soberbia, capaces solamente de pensar en nosotros mismos.
Hay ricos pobres y pobres ricos. Porque en la vida es importante tener lo necesario suficiente para vivir, pero es importante crecer en el ser. Hay generales sin cargo, y los que son generales y se comportan como soldados. Cuando tengamos que partir, no llevaremos con nosotros, ni títulos, ni cargos, ni nombramientos honorarios. Tal vez lo único que conservemos sea el amor que logremos sembrar en los corazones de nuestro mundo. Nuestro mundo son aquellos que son parte de nuestra familia, pero también aquellos con los que nos unen grandes coincidencias, nuestros amigos del alma.
La vida siempre va a ofrecernos una esperanza, podemos pensar en que hemos perdido mucho o en que tal vez hemos tenido tan poco, pero mientras existamos tenemos grandes oportunidades. La fe y la esperanza deben permanecer contigo, conmigo y con todos. De nuestra niñez a nuestra adolescencia la vida es una enseñanza, anhelamos cosas que en esos momentos son inalcanzables: ropa zapatos, viajes, carros, ahora en la actualidad cierta maraca de teléfonos. Sin embrago cuando nos convertimos en padres, esas cosas ocupan un lugar secundario.
De pronto la vida nos pone como prioridad el proveer a nuestros hijos de lo necesario, aunque muchos cometemos el error de darles a nuestros hijos más de lo necesario, para que tengan lo que a nosotros nos faltó. Nuestros padres fueron excelentes sin duda. Trataron de darnos poco, porque poco tenían, para despertar en nosotros esos sueños de ser grandes, exitosos y ganarnos la vida, construir nuestra propia vivienda, como quien construye una vida, con pocas herramientas, pero con grandes anhelos. Por esto existimos esta generación de guerreros.
Ahora como padres debemos rescatar esos valores que nos heredaron nuestros padres: El amor al trabajo, a conquistar las cosas difíciles, a tener valor de luchar, a ponerte metas a corto, mediano y largo plazo. Yo aún conservo a mi madre y es un ser al que valoro, amo y admiro. He sido congruente como hija, digo amar y lo demuestro, porque de ella lo aprendí. Mi padre fue un ser al que valore después de muerto, solamente cuando me falto me di cuenta de lo grandioso que fue. Era un luchador social, comprometido socialmente, su escuela está en mis genes.
Ahora soy abuela, que casi no veo ni convivo con mis nietos, pero los amo y trato de colaborar económicamente con su manutención y educación. No es un papel que me toque, pero disfruto de hacerlo. Quisiera que de mi experiencia, aprendieran quienes me leen. Cuando uno empieza a vivir todo lo ve complicado, en realidad todo es parte de una enseñanza, que cada vez nos hace más fuertes para enfrentar las siguientes batallas. La vida sin problemas por resolver perdería sentido, porque las dificultades nos hacen crecer.
Mientras haya vida, hay esperanza, y sin duda mucho por aprender…
